Criterios ASG: retos y oportunidades para la gestión sostenible
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La sostenibilidad de la empresa resulta ser una buena indicación de su viabilidad financiera, ya que hace énfasis en una perspectiva de negocio de largo plazo. En principio, las empresas cuya operación incorporan prácticas de sostenibilidad deberían superar a las que no lo hacen, pues priorizan oportunidades de inversión a largo plazo sobre los beneficios de corto, beneficiándose así de una mayor estabilidad y crecimiento de las ganancias y una menor volatilidad de los beneficios futuros. Debido a este enfoque, estas empresas tienen una mejor comprensión de su entorno competitivo y, por tanto, los beneficios de su mayor desempeño son compartidos con la sociedad.
En este contexto, los Criterios ASG (Ambiental, Social y Gobernanza) como conjunto de estándares que evalúan el desempeño ético y sostenible en la empresa, representan un marco integral de medición -especialmente en los mercados de capitales- del rendimiento global en términos del impacto al medio ambiente, la relación con la sociedad y la efectividad de las prácticas de gobierno corporativo. Sin embargo, la adopción de criterios ASG frecuentemente se percibe como una visión reduccionista de la gestión sostenible. Aunque estos criterios proporcionan un marco útil para evaluar el desempeño en áreas específicas, esta simplificación podría soslayar la interconexión y la complejidad de los desafíos sostenibles. Así mismo, existe el riesgo de que las empresas acojan estos criterios como "cajas de verificación", donde cumplir con ciertos parámetros de evaluación se convierte en el objetivo final, en detrimento del desarrollo de modelos de negocio de largo plazo que integren las cuestiones propias de su sostenibilidad y las de su entorno.
Finalmente, para abordar los retos actuales de la sostenibilidad empresarial de manera más efectiva, es imperativo que las empresas apliquen y apropien en su gestión los criterios ASG, sin dejar de adoptar enfoques más holísticos que consideren el impacto total de sus operaciones en el entorno -cada vez más complejo- y la sociedad. La sostenibilidad debe ser una parte integral de la cultura empresarial, arraigada en los valores y prácticas de la empresa, y no simples respuestas a las demandas externas o al desarrollo de estrategia de relaciones públicas que puedan desembocar en efectos adversos no deseados como el greenwashing en estos mercados.
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