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La corrupción acompaña la historia de la humanidad desde la noche de los tiempos. Es la supremacía del becerro de oro, metáfora con que la Biblia nos corrobora la supremacía del dinero y la riqueza acumulada. Poderoso caballero es don dinero, el verdadero dios de las relaciones entre los humanos. Hay que pensar la corrupción al igual que la impunidad y las violencias que la acompañan como algo inevitable sobre todo en las sociedades de escasez para amplias mayorías, de concentración escandalosa de capital, de existencia de una incultura generalizada, de la debilidad del Estado en el ejercicio de la justicia, la vigencia de los derechos humanos y la falta de transparencia y de controles verdaderos en las actuaciones del poder y el gobierno. La estructura de la corrupción envuelve con más fuerza la realidad de los países débiles, del capitalismo atrasado o intermedio, permitiendo a los actores de la corrupción un escenario propicio. […]
Sánchez, R. (1996). Colombia: democracia y corrupción. Cuadernos De Administración, 15(22), 147–156. https://doi.org/10.25100/cdea.v15i22.99