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La reflexión sobre la cultura organizacional se inició en el anonimato absoluto, hace más de cuarenta años, por investigadores tales como Elliot Jaques (1952), Erving Goffman, Chester Barnard (1 %8) y Paul Selznik (1957), quienes estudiaron aspectos como los valores y el estilo de dirección; sin embargo, el tema se encuentra en primer plano hoy en día en razón de su relación con los problemas sociales, culturales, organizacionales e individuales, lo que ha permitido que el concepto adquiera mayor autonomía y sea estudiado con rigurosidad, (Amado, 1986). […]

Finalmente, para redondear la idea central del humanismo radical, debemos recordar, como ya se mencionó, que la superestructura social emerge de la infraestructura y está determinada por ésta, como lo plantea la conocida tesis marxista (Marx, 1859). En este sentido, Aktouf (1990), explica que la cultura es un inevitable movimiento dialéctico entre actividad económica, vida social y simbólica, donde la infraestructura sostiene e impregna la superestructura, o sea las ideas, las ideologías, los conocimientos, las creencias. Es decir que la cultura no puede ser impuesta por los dirigentes sino que esta emerge de la infraestructura, es decir, de la vida concreta de los propios miembros en el marco del funcionamiento cotidiano de la empresa. Una cultura organizacional no puede ser implementada rápidamente sin importar las condiciones que entre ellos se dan, ella debe estar de acuerdo con los valores y con las maneras de vivir características de la sociedad en la cual la empresa actúa, y debe reflejarse en su funcionamiento y en sus prácticas.

Alvaro Zapata Domínguez

Profesor Universidad del Valle
Zapata Domínguez, A. (2002). Paradigmas de la cultura organizacional. Cuadernos De Administración, 18(27), 161–186. https://doi.org/10.25100/cdea.v18i27.144

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